Oración , Preghiera , Priére , Prayer , Gebet , Oratio, Oração de Jesus

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CATECISMO DA IGREJA CATÓLICA:
2666. Mas o nome que tudo encerra é o que o Filho de Deus recebe na sua encarnação: JESUS. O nome divino é indizível para lábios humanos mas, ao assumir a nossa humanidade, o Verbo de Deus comunica-no-lo e nós podemos invocá-lo: «Jesus», « YHWH salva» . O nome de Jesus contém tudo: Deus e o homem e toda a economia da criação e da salvação. Rezar «Jesus» é invocá-Lo, chamá-Lo a nós. O seu nome é o único que contém a presença que significa. Jesus é o Ressuscitado, e todo aquele que invocar o seu nome, acolhe o Filho de Deus que o amou e por ele Se entregou.
2667. Esta invocação de fé tão simples foi desenvolvida na tradição da oração sob as mais variadas formas, tanto no Oriente como no Ocidente. A formulação mais habitual, transmitida pelos espirituais do Sinai, da Síria e de Athos, é a invocação: «Jesus, Cristo, Filho de Deus, Senhor, tende piedade de nós, pecadores!». Ela conjuga o hino cristológico de Fl 2, 6-11 com a invocação do publicano e dos mendigos da luz (14). Por ela, o coração sintoniza com a miséria dos homens e com a misericórdia do seu Salvador.
2668. A invocação do santo Nome de Jesus é o caminho mais simples da oração contínua. Muitas vezes repetida por um coração humildemente atento, não se dispersa num «mar de palavras», mas «guarda a Palavra e produz fruto pela constância». E é possível «em todo o tempo», porque não constitui uma ocupação a par de outra, mas é a ocupação única, a de amar a Deus, que anima e transfigura toda a acção em Cristo Jesus.

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quarta-feira, 15 de fevereiro de 2012

La invocación del Nombre de Jesús :

15. La invocación del Nombre de Jesús puede ser simplemente un episodio en nuestro camino espiritual (un episodio es etimológicamente, algo que sucede "en el camino"). Puede ser un camino, un camino espiritual entre otros.

Puede, en fin, ser el camino, el camino que distinta y predominante, si no exclusivamente, escogemos.
En otras palabras, la invocación del Nombre puede ser para nosotros un acto transitorio, una plegaria que usamos durante algún tiempo, pero que dejamos luego para otros; puede ser también, más que un acto, un método que usamos continuamente, aunque junto con otras formas y métodos de oración; o puede ser finalmente el método en torno al que construimos y organizamos nuestra vida espiritual.

Todo depende de nuestra vocación personal, de las circunstancias y las posibilidades. Aquí sólo nos ocuparemos de los "principiantes", de los que desean adquirir las primeras nociones acerca de esta oración y llevar a cabo el primer contacto con el santo Nombre; nos detendremos también en aquellos que, habiendo realizado ya un primer contacto, quieren entrar en el "camino del Nombre". Aquellos que ya emplean la invocación del Nombre como un método, o como el método único, no necesitan de nuestro consejo.

16. No debemos llegar a la invocación del Nombre a través de una decisión arbitraria o antojadiza de nuestra parte.
Debemos ser llamados, llevados a ella por Dios.

Si tratamos de utilizar la invocación del Nombre como nuestro principal método espiritual, hemos de tomar esta decisión en obediencia a un llamado muy especial.
Una práctica espiritual, más aún un sistema espiritual basado en mero capricho, se vendrá abajo lastimosamente. Conviene así que nos movamos hacia el Nombre de Jesús bajo la guía del Espíritu Santo; entonces la invocación del Nombre será en nosotros un fruto del Espíritu mismo.

17. No hay ningún signo infalible de que somos llamados al camino del Nombre. Puede haber, sin embargo, algunos indicios de esta vocación; hemos de considerarlos humilde y cuidadosamente.
Si nos sentimos impelidos hacia la invocación del Nombre; si esta práctica produce en nosotros un aumento de caridad, pureza, obediencia y paz; si el uso de otras oraciones se vuelve incluso algo difícil, podemos presumir, no sin razón, que el camino del Nombre está abierto para nosotros.

18. Quienquiera se sienta atraído hacia el camino del Nombre debe tener cuidado de no menospreciar otras formas de oración. No digamos: "La invocación del Nombre es la mejor oración".
La mejor oración es, para cada persona, aquella a que el Espíritu la mueve, sea cual fuere la oración. El que practica la oración debe dominar también la tentación de hacer propaganda indiscreta y prematura en favor de esta forma de oración. No nos apresuremos en decirle a Dios: "¡Anunciaré tu Nombre a mis hermanos!" (Sal. 22, 23), si no nos está expresamente encomendada esta misión. Es preferible guardar con humildad los secretos del Señor.
la invocación del Nombre simplifica y unifica nuestra vida espiritual. No existe oración más simple que esta "oración de una sola palabra" en que el santo Nombre se convierte en la única fuente de toda nuestra vida
19. Lo que podemos decir con sobriedad y verdad es lo siguiente: .
Los métodos complicados a menudo cansan y disipan el pensamiento, pero el Nombre de Jesús reúne fácilmente todo en sí mismo. Tiene poder de integración y unificación. La personalidad dividida que podría decir: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos" (Me. 5, 9), recobrará su integridad en el sagrado Nombre:

Unifica mi corazón para que tema tu nombre
(Salmo 86,11).

20. No consideremos la invocación del Nombre de Jesús como una "vía mística" capaz de dispensarnos de las purificaciones ascéticas.

No hay atajos en la vida espiritual. El camino del Nombre implica vigilar constantemente nuestras almas. El pecado hay que evitarlo. Son posibles solamente dos actitudes a este respecto.

Algunos guardan su inteligencia, memoria y voluntad para decir el santo Nombre con mayor recogimiento y amor. Otros dicen el santo Nombre para recogerse mejor y darse de todo corazón en el amor que profesan. A nuestro parecer, el último es el mejor camino. El Nombre mismo es un instrumento de purificación y perfección, una piedra de toque, un filtro a través del cual tienen que pasar nuestros pensamientos, palabras y obras para verse liberados de sus impurezas. No hemos de admitirlos hasta no haberlos pasado a través del Nombre, y el Nombre excluye todo elemento pecaminoso. Solamente se recibirá lo que sea compatible con el Nombre de Jesús. Debemos llenar nuestros corazones hasta rebosar con el Nombre y el pensamiento de Jesús, aterrándolo con cuidado, como una vasija preciosa, defendiéndolo contra toda intrusión o mezcla. Este es un ascetismo severo.

Requiere olvido de sí, morir a uno mismo, a medida que el Nombre de Jesús crece en nuestras almas.

Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
Juan 3, 30
.

Debemos considerar la invocación del santo Nombre en relación con otras formas de oración. De la oración litúrgica y las otras oraciones establecidas por alguna regla comunitaria no diremos nada, porque lo que nos concierne aquí es solamente la oración privada o personal.
No descartamos ni menospreciamos en grado alguno la oración litúrgica y las oraciones que prescribe la obediencia; el carácter corporativo y fijo de éstas las hace extremadamente útiles. Pero toca a los miembros de la Jerarquía y a quienes forman parte de la propia comunidad, determinar en cada caso si la invocación del Nombre de Jesús es compatible con los formularios oficiales y hasta qué punto lo es. Es posible que surjan interrogantes acerca de otras formas de oración individual.

¿Qué será de la oración "dialogada", en la que escuchamos a Dios
y le hablamos?
¿Qué de la oración puramente contemplativa y silenciosa,
"oración de quietud" y "oración de unión"?
¿Debemos dejar éstas por la invocación del santo Nombre, o viceversa?
¿O debemos usar ambas?


Dejemos la respuesta a Dios en cada caso individual. En algunos casos poco comunes, el llamado divino a la invocación del Nombre excluirá todas las otras formas de oración. Pero pensamos que, por lo general, el camino del Nombre es ancho y libre; en la mayor parte de los casos, es perfectamente compatible con momentos de escucha y respuesta a la Palabra que reside en nuestro interior, y con intervalos de completo silencio interior. No olvidemos nunca, por otro lado, que la mejor forma de oración que podemos hacer en un momento dado es aquella a la cual nos mueve el Espíritu Santo.

22. El consejo y la guía discreta de algún anciano espiritual que posea experiencia personal en el camino del Nombre, resultará muy a menudo útil para el principiante. Personalmente recomendaríamos que se recurra a un tal conductor. Sin embargo, esto no es indispensable.

Cuando venga el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad completa
(Juan 16, 13).


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