Oración , Preghiera , Priére , Prayer , Gebet , Oratio, Oração de Jesus

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CATECISMO DA IGREJA CATÓLICA:
2666. Mas o nome que tudo encerra é o que o Filho de Deus recebe na sua encarnação: JESUS. O nome divino é indizível para lábios humanos mas, ao assumir a nossa humanidade, o Verbo de Deus comunica-no-lo e nós podemos invocá-lo: «Jesus», « YHWH salva» . O nome de Jesus contém tudo: Deus e o homem e toda a economia da criação e da salvação. Rezar «Jesus» é invocá-Lo, chamá-Lo a nós. O seu nome é o único que contém a presença que significa. Jesus é o Ressuscitado, e todo aquele que invocar o seu nome, acolhe o Filho de Deus que o amou e por ele Se entregou.
2667. Esta invocação de fé tão simples foi desenvolvida na tradição da oração sob as mais variadas formas, tanto no Oriente como no Ocidente. A formulação mais habitual, transmitida pelos espirituais do Sinai, da Síria e de Athos, é a invocação: «Jesus, Cristo, Filho de Deus, Senhor, tende piedade de nós, pecadores!». Ela conjuga o hino cristológico de Fl 2, 6-11 com a invocação do publicano e dos mendigos da luz (14). Por ela, o coração sintoniza com a miséria dos homens e com a misericórdia do seu Salvador.
2668. A invocação do santo Nome de Jesus é o caminho mais simples da oração contínua. Muitas vezes repetida por um coração humildemente atento, não se dispersa num «mar de palavras», mas «guarda a Palavra e produz fruto pela constância». E é possível «em todo o tempo», porque não constitui uma ocupação a par de outra, mas é a ocupação única, a de amar a Deus, que anima e transfigura toda a acção em Cristo Jesus.

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segunda-feira, 6 de junho de 2011

«La Plegaria por los Demás» de Matta El Meskin . Metanoia. Ascesis. Apatheia. Hesychía: La práctica de la vida interior es un ejercicio practicado por todo el Oriente cristiano . "Señales de resurrección" y la Oración de Jesús.

«La Plegaria por los Demás» de Matta El Meskin


El Padre "Matías el Pobre" es uno de los pilares de la renovación actual en la Iglesia copta. Monje desde hace casi cuarenta anos, llevó durante mucho tiempo una vida eremítica en las grutas del desierto de Wadi el Rayyan, al sur de Egipto. En 1969, fue llamado por el entonces Patriarca Cirilo VI para renovar el antiguo monasterio San Macario, en Wadi el Natrum. Gracias a su carisma de Padre espiritual y a un enorme esfuerzo de reconstrucción, el monasterio cuenta hoy con más de ochenta monjes y se ha convertido en un centro irradiante de vida nueva, eje de desarrollo material para el desierto de Sceté, donde se encuentra, y de enseñanza espiritual dirigida no sólo a la nueva generación de monjes coptas sino también a las numerosos visitantes que son recibidos con conmovedora hospitalidad.



«La Plegaria por los Demás»
uando durante la plegaria sentimos el gozo de la comunión con el Cristo y somos juzgados dignos de llevar su cruz, esto no quiere decir que la plegaria haya llegado a su término. Por el contrario, ésa es una invitación para comenzar a iniciarnos en el misterio de la plegaria que supera el entendimiento humano: descubrimos que nuestras plegarias se convierten para las demás en una, fuente de potencia espiritual.
Aquél a quien el Cristo confía los secretos de su corazón y de su misión hacia los pecadores, recibe de El la potencia para consumar su obra y vivir su amor. El que ama a los pecadores como el Cristo los ama, que se compadece del sufrimiento de los pobres y de los enfermos y que está dispuesto a ocupar se de ellos, ése es justamente capaz de orar por ellos y obtener su curación, su consuelo y su aliento.
Incluso puede obtener para otros la remisión de sus pecados. Pues el hombre que se une al Cristo por la plegaria se hace capaz de ponerse en el lugar del pecador, de tomar sobre si el pecado del otro y toda su debilidad, y de soportar la corrección y el castigo. Por este hecho, y gracias a esta disposición y su unión con el Cristo, puede pedir para los otros el perdón de sus pecados y obtenerlo.
Aquí, la plegaria empieza a tener una de las funciones más importantes para la salvación de los otros y la manifestación de la misericordia divina en aquellos que están lejos de Dios por indiferencia o ignorancia.
Se convierte así en un apoyo potente para la predicación, en una fuerza misteriosa que otorga la Palabra justa y prepara los corazones a recibir la remisión y la salvación. Uno solo que ore con fervor, en su habitación y en secreto, puede producir, por su unión con el Cristo, la salvación de miles de personas.
Dios emplea nuestras oraciones para la salvación de los demás
Debemos saber que cuando Dios nos atrae hacia la oración no tiene en cuenta solamente nuestra salvación, sino que el desea también emplear nuestras plegarias para la salvación de los demás. Por eso la oración es una de las obras más fundamentales y más preciosas a los ojos de Dios.
El hombre que se esfuerza en el vida de plegaria y progresa rápidamente en el espíritu de abandono y de obediencia a la voluntad de Dios se convierte en "un buen soldado del Cristo Jesús". El Señor mismo lo llama todos los días a su presencia y lo ejercita en la intercesión a favor de los otros hasta ser escuchado. Recibirá pronto del Señor la potencia para salvar a numerosas personas y conducirlas del camino de la muerte hacia el seno de Dios.
El progreso de nuestra vida de oración se traduce por la intimidad de nuestro amor con Dios. Esta intimidad es la consecuencia directa tanto de la satisfacción que Dios siente por su condescendencia hacia nuestra debilidad, como de la amplitud del horizonte de nuestra humanidad; es decir, la conciencia aguda que tenemos de nuestro deber absoluto hacia los demás, de nuestra responsabilidad espiritual hacia los pecadores y aquellos cuya fe o caridad desfallecen, hacia los que sufren o están oprimidos, los que predican y anuncian la palabra.
Los grados superiores de la oración, en los cuales ésta se lanza a su perfección, tienen por signo la súplica ferviente con lágrimas a favor de los demás. Es como si nuestro progreso en la vida de oración nos fuera otorgado de hecho para bien de nuestros hermanos más débiles y que no saben orar. "Orad los unos por los otros, para ser curados". Y cuando Santiago nos exhorta a llamar a "los presbíteros de la Iglesia" para que oren por el enfermo que sufre, con el fin de curarlo, es porque se supone que el presbítero está más avanzado que los otros hombres en la vida de plegaria, y recibió más gracias como para dedicarse a orar por los demás.
Solo podemos progresar en los grados de la oración, adquirir una verdadera estabilidad junto a Dios y recibir el don de lágrimas en la medida del progreso de nuestra compasión hacia los que sufren y están maltratados (sea por los hombres, sea por el pecado): "Acordaos de los prisioneros como si estuvierais prisioneros vosotros mismos con ellos, y de los maltratados como miembros también de un cuerpos".
Nuestra comunión con Cristo, nuestra comunión con los sufrimientos de los hombres
Nuestra comunión con la pena de los que sufren, de los que están enfermos o mal tratados, y nuestra capacidad de llevar sus fardos no nos vienen de una simple filantropía humana, de una compasión pasajera o del deseo de ser bien vistos o bien considerados; pues una compasión de este tipo estaría destinada a disminuir muy rápidamente y a desaparecer. Es por la oración perseverante, pura, sincera, que recibimos esos sentimientos como un don de Dios; y ese don nos hace capaces no sólo de perseverar en esta comunión con los más débiles, sino también de progresar hasta el punto de ya no poder vivir sin ellos y encontrar reposo sólo compartiendo sus penas y sufrimientos. El secreto de este carisma reside en nuestra comunión con el Cristo, en nuestra participación de su naturaleza, y sus cualidades divinas, de manera que es El, ahora, "quien a la vez opera en nosotros la voluntad y la operación misma. Así, nuestra comunión con los sufrimientos de los hombres y nuestra comunión con el Cristo dependen fundamentalmente una de la otra hasta el más alto grado; de modo que llevar la cruz del Cristo significa participar de la cruz de los hombres, sin restricciones y hasta el fin...
Olvidarse a sí mismo en la oración es convertirse en embajador del Cristo
El olvido de sí comienza por un esfuerzo voluntario. Pero cuando se persevera con sinceridad ante Dios, Dios nos lo otorga como un don gratuito. Entonces, espontáneamente "ya no buscamos más nuestros propios intereses, sino que cada uno se preocupa de los de los demás...
Cuando abandonamos deliberadamente nuestras propias necesidades em la plegaria, y encontramos nuestro gozo únicamente pidiendo, suplicando y dedicándonos a los otros, entonces Dios mismo empieza a ocupar se de nosotros y a encargarse de toda nuestra vida, tanto en el plano material como en el plano espiritual, hasta en los menores detalles. Es decir que cuando nos ocupamos de los demás, Dios se ocupa de nosotros; y cuando limitamos nuestra plegaria y nuestra súplica a las necesidades de los demás, Dios colma nuestras necesidades sin que se lo pidamos.
Así se realiza, por medio de la plegaria, el designio salvífico del Cristo, que dice a sus Apóstoles:" Id y haced discípulas a todas las naciones”.
Dios le basta al hombre que le abrió su corazón, y ese hombre ya no debe pedir nada para si. Aquél que todavía no abrió su corazón a Dios necesita corazones amigos que intercedan por él ante Dios, para que Dios lo escuche por la oración ferviente de sus hermanos...
Los que amaron al Cristo y le son fieles, se convierten en verdaderos embajadores del Cristo en la tierra. Por sus oraciones y su don de sí, reconcilian a Dios con los hombres ya los hombres con Dios... En muchos casos es imposible entrar en relación con los pecadores o los extraviados, sea por su hostilidad, sea por la vergüenza que sienten ante nosotros. Pero por la oración superamos estos obstáculos que nos separan de ellos,... pues por la oración podemos acercarnos secretamente a su corazón, deslizarnos en él sin que lo sepan y gemir, identificándonos con ellos, como si nosotros mismos fuéramos pecadores y extraviados; todo eso, aun antes de que nos conozcan o nos hablen. Si desde el fondo de su corazón oramos y clamamos hacia Dios, soportando el peso de sus faltas y sus extravíos, Dios los escucha a través de nosotros; a pesar de su desobediencia natural, el arrepentimiento asalta su conciencia y el llamado al retorno se hace tan imperativo que rápidamente se dirigen hacia Dios y hacia nosotros, pidiendo nuestra ayuda.
La oración es una fuerza por la cual el hombre, por intermedio del Espíritu Santo, atrae a su hermano; pues es por el Espíritu que el Cristo atrae todo a El y transforma la dualidad en unidad.

Fonte:
En: Prière, Esprit Saint et Unité Chrétienne. Spiritualité Orientale nº 43 - Abbaye de Bellefontaine, 1990.
Revista Fuentes – 1993 - Argentina - “Teólogos Ortodoxos Contemporâneos

 






Metanoia. Ascesis. Apatheia. Hesychía: La práctica de la vida interior es un ejercicio practicado por todo el Oriente cristiano . "Señales de resurrección" y la Oración de Jesús.


La práctica de la vida interior para el hombre moderno occidental, parece un lujo. Mediante esa vida interior, los monjes, anacoretas y peregrinos pueden concentrarse en su corazón y repetir sin cesar la oración de Jesús: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí", o acompañar la pronunciación del santísimo nombre del Señor con el ritmo de la respiración. 
Actualmente, el hombre, sumergido en sus intensas actividades, parece tener por misión principal el "someted y dominad la tierra"; es decir, no tanto buscar la salvación de la propia alma, la propia quietud, paz y tranquilidad, sino lanzarse, en la lucha cotidiana, a la política, a resolver los problemas sociales y económicos, a buscar el dominar las cosas, pensando así en mejorar el mundo, pero sin Dios, sin someterse a su santa voluntad.
En las veinticuatro horas, ocupado y encarcelado en los problemas diarios, no dispone de tiempo para estar consigo mismo y disfrutar de los valores espirituales. El exceso de activismo puede acarrear un suicidio personal, con muerte espiritual y luego personal.
No es suficiente hacer buenos propósitos por la mañana ni desear retirarse al desierto, a un monasterio, para estar solos, para estar con Dios. Hace falta ir más allá. La paz, la contemplación, la unión con Dios, el dominio, el silencio interior, también se pueden obtener en medio del trabajo, al lado de un hermano que no se conoce, cuando se está sentado con él, codo a codo, en un colectivo. Con esfuerzo, perseverancia y la ayuda de Dios, se puede fabricar una "celda", un lugar desértico en el propio corazón, en el centro de la ciudad bulliciosa y llena de dificultades. Retirarse en el propio corazón, viajando en tren, corriendo a tomar un colectivo, haciendo fila para trámites administrativos. Esto se puede obtener. Hay hombres que realmente "están en el mundo, pero no son del mundo". Ellos son como la levadura: activos, pero callados, silenciosos; preparan verdaderamente la transformación del mundo. Comprenden que no son ellos los que transforman el mundo, sino Cristo-Dios que habita en ellos.
 Trabajan, cumplen la voluntad de Dios y, en unión con Dios van transformando el mundo; no como aquellos que, sin Dios, piensan cambiar el mundo, desterrando la pobreza, haciendo felices a todos con promesas humanas, llenas de mentiras.
Los que trabajan unidos a Dios necesitan primero transformar su corazón, su persona; hacer la metanoia para vaciarse de sí mismos, dedicarse a la oración y la contemplación, y llenarse de las virtudes de Dios.
La práctica de la vida interior es un ejercicio practicado por todo el Oriente cristiano, y enseña el método, el ejercicio de la oración interior que está arraigada en la fe y en la unión de la amistad divina. La práctica metódica consiste en la total transformación del ser, de los pensamientos, de los sentimientos, de las palabras vacuas que han de ser llenadas con obras, conforme con las enseñanzas del santo Evangelio: "vivir el santo Evangelio".
Oración y contemplación son una sola cosa, porque Dios es el objeto principal del corazón, que "está inquieto hasta que descanse en Él". Pero antes, el hombre necesita, a causa de la naturaleza caída, la ascesis para llegar a la verdadera oración: "derrama tu sangre y recibe el espíritu".
La unión con Dios es un don gratuito, pero recíproco; Dios se dona completa y continuamente, y no se deja llevar por las especulaciones e intereses humanos. Dios lo puede todo, "pero no puede forzar al hombre a amarlo". Esto supone continua vigilancia, atención, apertura a la visita silenciosa del Señor. Dios pasa, golpea y llama a cualquier hora, y para eso hay que estar vigilantes, atentos y escucharlo.
El hombre, por su desobediencia al Creador, ha perdido la antigua amistad, las relaciones de Padre e hijo, desbaratadas a causa del pecado humano. El hombre, debido al mal uso del gran don que es la libertad, en lugar de amar a Dios, elige el propio egoísmo, cayendo en la esclavitud; en lugar de liberarse, se va esclavizando siempre más en sus propios errores, alejándose así de Dios, de la real libertad. Para recuperar la unión con Dios y reconquistar la libertad perdida, no le queda otra alternativa que renunciar al mal, y recuperar su primitivo estado de unión divina.
Así comienzan la ascesis, la salida, la búsqueda de Dios, la lucha, la educación de sí mismo, la práctica continua. El fin principal de la ascesis es la práctica de los ejercicios corporales: ayunos, vigilias, regímenes vegetarianos, continencia sexual. Son mortificaciones corporales necesarias para imponerse un control propio; es decir comenzar el camino a la conciencia de sí mismo.

La práctica de la vida interior, además, enseña otras prácticas más profundas, hasta llegar a lo hondo del ser humano, el último rincón de la personalidad . No es suficiente con las mortificaciones externas, corporales, sino que se va a lo íntimo del corazón, donde "salen los malos pensamientos"
Es urgente el control, el dominio completo de sí mismo y una unión continua de Dios. Primeramente controlar las reacciones personales, emotivas, físicas, es decir la personalidad dividida, descontrolada, para llevarla a un punto de atención, a una unidad personal. Esto se llama la apatheia: estado purificado, plenamente desapasionado, de completa y total liberación de la servidumbre de imágenes, representanciones, afectos, inquietudes, deficiencias, neurosis, que puedan transformar la tranquilidad, serenidad, paz, quietud interior y exterior.
Así se llega al segundo grado, que es la hesyquía: paz, silencio del corazón, de la mente. El silencio interior es el estado fundamental para el hombre que quiere vivir tranquilamente y realizar su vida humana y espiritual. Es una paz espiritual y corporal. No quiere decirse que haya que evitar la lucha, buscar el quietismo egoísta, despreocuparse del prójimo, sino eliminar de sí mismo la inestabilidad, la inseguridad, la angustia, la excitación, las preocupaciones que son como base de arena que hacen insegura la estabilidad del hombre.
Es un ejercicio duro para llegar a la "vigilancia y continencia". Es un ejercicio intelectual, somático, psíquico que conduce al hombre a la unidad personal, a vaciarse de sí mismo y encontrarse con la Divinidad. Aquí la práctica de la vida interior nos ofrece un ejercicio para llegar al centro del corazón, al silencio completo.
El silencio del alma es el misterio de nuestra época. El alma, al verse independiente de las ataduras mundanas, se siente libre, se abandona enteramente en Dios y llega, entonces, al pleno poder de autodeterminación, decisión, control y discreción; porque es guiada por la luz misteriosa que existe en el corazón silencioso. Es importante notar que las técnicas son necesarias para no engañarse a sí mismo con un falso misticismo, sino iniciar un verdadero proceso de atención y discreción controlado.
El ejercicio de la vida interior impone, pues, duras técnicas para no dejarnos llevar al egoísmo y a un daño interior. Se aconseja reconocerse a sí mismo: horrible, miserable, mortal, mezquino, pecador, hombre limitado, y llenarse de Dios, que es la verdadera vida para el hombre. Así comienza la metanoia: renovación completa para alejarse del yo, del mundo y buscar la vida que es Dios. 

"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajernarse del mundo visible e invisible. ¿Qué atractivos tienen para mí los cielos?. Ninguno. ¿Y qué deseo conseguir de Ti en la tierra?. Nada. A no ser el unirme a Tí en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Tí solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión" (San Juan Clímaco).

Un primer paso para encontrar el silencio interior es liberarse de todo lo que obstaculiza la completa unión con Dios. Un segundo paso importante es el ejercicio de la vigilancia y de la perseverancia. Una vez afianzada la paz, el silencio interior, son necesarias la vigilancia y la perseverancia, porque el enemigo, la fragilidad humana, puede desistir del propósito y de los primeros resultados obtenidos. La renuncia al enemigo y la defensa de sus ataques es constante, tanto en sí mismo, como afuera. El corazón de la inestabilidad y volubilidad se convierte en una capilla del Señor, en un silencio a las cosas presentes para contemplar las cosas divinas.
La importancia de esta técnica se encuentra en la combinación del conocimiento de sí mismo, de lo psicosomático, de las actitudes humanas y espirituales, para controlarlas con la ayuda de Dios e inmediatamente descubrir en el silencio el gran amor de Dios por la persona humana, llegando así a saborear las virtudes de la libertad religiosa. El secreto de estos ejercicios es querer entrar dentro de sí con la ayuda de un experimentado (un padre espiritual), y descubrirse interiormente como uno es, ante Dios y no ante los hombres. Nada es imposible para el hombre que, en medio de tantas ocupaciones, viajes y ruidos, encuentra en el fondo de su corazón un poco de paz, silencio para orar, para unirse con Dios y liberarse de los lazos que conducen a la lenta agonía de la muerte espiritual y personal. 
Allá en el silencio de su corazón, sentirá la voz divina: "Todo me es lícito, pero no todo me conviene para la salvación". Hay que tener libertad y fidelidad amorosa hacia el Amor-Dios.

Para el ejercicio de la  vida interior, la Oración de Jesús se convierte en la práctica esencial dentro de la espiritualidad cristiana oriental, tanto para monjes como laicos. Y en la Filocalia (= amor a la virtud), coleccion de textos patrísticos, se encuentra como un programa de bienes espirituales que llevan a la práctica interior.


Extraído de la introducción del P. Luis Glinka,ofm. en "Claves para el equilibrio interior. Calixto e Ignacio", Ed. Lumen

  "Señales de resurrección" y la Oración de Jesús. Experiencia personal.

Icono escrito por el Higúmeno Hmje. David Argibay (*)
El primer libro que leí sobre espiritualidad cristiana oriental fue la Filocalia de la Oración de Jesús.(1)
Fue como entrar a un mundo en ese momento desconocido para mí, y quedé deslumbrada por la profundidad de sus palabras. En una parte dice:

"El corazón es el lugar donde el alma y el cuerpo se comunican en las profundidades del ser. De este modo, los efectos de la Oración del corazón se hacen sentir en el cuerpo tanto como en el alma".

Justo en ese tiempo estaba en una época de una gran búsqueda del sentido de muchas cosas ( y sigo...), y creo que esa chispa del Espíritu comenzó a calentar mi corazón, llevándome por caminos que en ese momento nunca hubiera imaginado.

"El cuerpo recibe también los efectos de la ILUMINACIÓN. 'Si tu ojo -tu corazón- está sano, todo tu cuerpo será iluminado'(Mt 6,22). Cuando la Oración de Jesús se convierte en Oración del Corazón, su primer efecto es la iluminación."

¿Iluminado? -me preguntaba- ¿Cómo será eso de que la repetición incesante de una oración  pueda llegar a "sanar tu corazón" hasta el punto de "iluminar todo tu cuerpo"? ¿Tendré que aprenderme todas esas técnicas de respiración, de meditación, etc. para ir por ese camino? ¿Cómo podré permanecer en oración todo el día con tantas tareas que te quitan la concentración?. ¿Si ahora comienzo a practicarla sin ningun tipo de instrucción, pero con mucha fe y buena intención, me bastará con mi sólo esfuerzo para purificar mi corazón?.

"La iluminación aportada por la Oración del corazón viene sólo de la gracia. Sólo la gracia divina posee en sí misma la facultad de comunicar la deificación a los seres de una manera analógica; entonces la naturaleza resplandece con una luz sobrenatural y se encuentra transportada por encima de sus propios límites por una sobreabundancia de gloria"

Pero, siendo sincera, creo que a muchos nos pasa, no somos tan constantes para las cosas, y cuando nuestro interior es un desorden total, más todavía. Por lo tanto se imaginarán lo mucho que me duró eso de "si me bastará con mi sólo esfuerzo". En ese momento aún no estaba preparada para comprender algunas cosas ( no es que ahora lo esté...), y aunque la tenía como un elemento más en mi vida espiritual, ella en silencio y lentamente fue haciendo su obra.

"La iluminación no se produce sin trabajo: ella, a veces, sólo es dada al término de una prolongada espera, de una larga pena. Ello se debe a que el corazón es también dominio del pecado, de lo oscuro, de las tinieblas. No olvidemos el sentido de las palabras de la Oración: 'Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador'. Es necesario forzar esa oscuridad por la contrición y el verdadero arrepentimiento, a menudo por las 'las lágrimas'; es la 'gracia del enternecimiento' la que imprime en la mirada y el rostro de los espirituales de Oriente una dulzura semejante."

Hoy quiero aprender más, sé tan poco sobre la Oración de Jesús, y voy comprendiendo que todo lo que tenga que ver con  la espiritualidad cristiana oriental está profundamente unido a la Divina Liturgia. Me acuerdo que en un primer mail que mandé al monasterio católico bizantino para manifestar algunas inquietudes que tenía, me contestó el Padre David diciéndome entre otras cosas "La Divina Liturgia (Santa Misa Bizantina) es el centro de la vida que todo lo ilumina, y para nosotros (los monjes) la Vida es una especie de liturgia continua". Luego, entonces cada día éstas palabras fueron cobrando más sentido para mí, y fui tomando conciencia de qué importante es la oración para el alma, y cómo el Espíritu es el gran protagonista en esta tarea: "La vida espiritual consiste en la adquisición del Espíritu Santo" decía San Serafín de Sarov.(2)

"Por el Espíritu Santo que vive en Cristo y, en consecuencia, en la Iglesia, el Señor sigue ejercitando su poder en la Iglesia, no sólo con palabras, sino con actos directos. Este poder lo ejerce, particularmente, a través de los sacramentos, la liturgia y la respuesta fiel, positiva, que da a las plegarias de la Iglesia. La Iglesia mantiene su lazo con Cristo por la fe que se manifiesta en la oración (....). En la oración, el alma pierde su rigidez y se vuelve sensible, receptiva y abierta a la energía de Dios. La Iglesia es el lugar y la forma del poder de Dios, perpetuamente activo en y entre los hombres, porque es el lugar de la oración. La oración pide que Dios actúe, y Dios actúa gracias a la oración. La iglesia es el lugar del encuentro sensible entre nuestra oración y el poder de Dios (....). La Iglesia es el campo del Espíritu y, por tanto, es el lugar en donde se realiza la salvación. Hay que recordar que las oraciones de los creyentes en sus casas o en cualquier otro lugar son también oraciones de la Iglesia, porque la Iglesia está presente en todas partes, allí donde se encuentra uno de sus miembros." (3)

Volviendo al texto sobre "La Filocalia de la Oración de Jesús", con respecto a lo que comentaba al principio sobre la "iluminación", en una parte dice (aludiendo al que el cuerpo también recibe los efectos de la oración):

"Bajo el resplandor de las "energías divinas", las "energías del corazón" son vivificadas a su vez y, por su resplandor, transfiguran al ser entero, como bajo la acción de un sol interior."

Como le sucedió a San Serafín de Sarov, cuyo rostro se iluminó como un sol, cuando conversaba con su discípulo Motovilov, quien sorprendido le dijo cómo lo veía. "No tengas miedo, dijo San Serafín. Tú te has vuelto tan luminoso como yo, tú también estás, ahora, en la plenitud del Espíritu Santo. De otro modo no habrías podido verme así." (2)
Icono de San Serafín de Sarov que está en la Iglesia del Monasterio


Y a continuación el texto completo, que más me impactó, en aquel entonces ( y el motivo del nombre de este blog): 

" Pero junto a esas gracias extraordinarias, cuántas otras más comunes pero igualmente auténticas, en cientos, en miles de humildes y simples creyentes, a través de toda Rusia...y el mundo entero. Así resplandecían esos rostros de ancianos, de mujeres, de niños que hemos visto en todas las iglesias, totalmente iluminados, durante la celebración de la Divina Liturgia. Cuando salían de la Divina Liturgia, todos los hombres y todas las mujeres de nuestra aldea eran como Teóforos, es decir "Portadores de Dios". Todos habían comulgado. Y en sus venas corría la sangre de Dios. Eran hijos de Dios y deificados. Ciertamente, tales gentes son campesinos rudos, y pobres. Ellos saben lo que son...Y , saliendo de la Iglesia, llevaban a Dios en ellos. Y marchaban con precaución. Como se marcha cuando se transporta algo inestimable. Y ellos eran así Teóforos, "Portadores de Dios".Cuando se lleva una lámpara o un cirio, se tiene el rostro iluminado por la llama; cuando se lleva en sí a Dios, que es la luz de las luces, se está iluminado desde adentro, de tal manera que toda la carne y todo el cuerpo son transfigurados, embellecidos...No he visto jamás piel ni carne más bellas que las del rostro de los Teóforos, de las gentes que llevaban en ellos la deslumbrante luz de Dios. Su carne era deificada, sin peso ni volumen, transfigurada por la luz del Espíritu divino. Esa luz pura, inmaterial, que ya transfigura el cuerpo, es una anticipación de la resurrección. Esas son las señales de la Resurrección futura. Es cuerpo terrestre está, ya, como revestido con el cuerpo espiritual, con el traje blanco de los redimidos por Jesucristo "La alegría espiritual que viene del espíritu al cuerpo, no está totalmente corrompida por la comunión del cuerpo , sino que transforma al cuerpo y lo vuelve espiritual". 
 
Desde entonces cada vez que comulgo pienso: "¡Soy teófora, portadora de Dios! como la Santísima Virgen María cuando llevó en su vientre al Niño Jesús". Y sin dudas va cambiando mi manera de relacionarme con mi prójimo: cuando van saliendo de comulgar los veo marchar con un semblante diferente, y hasta a veces me dan ganas de inclinarme frente a cada uno, conciente del majestuoso Tesoro que esconden en su interior. Luego doy gracias a Dios por permitirnos llevar este Don inestimable, por venir Él primero a nuestro encuentro para darnos su Espíritu, para darnos Vida:

"Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar y todo lo llenas, Tesoro de bienes y dador de Vida, ven y mora en nosotros, y purifícanos de toda mancha, y salva, Oh Bueno, nuestras almas" (Oración de la liturgia bizantina).

Por eso hoy por hoy ( y lo que me cuesta vencer esto...) en vez de desanimarme como muchas veces, conociendo las inclinaciones de mi corazón desordenado, vivo con gran gratitud esta inefable misericordia de nuestro Dios, y comienzan a cobrar verdadero sentido estas palabras de San Pablo (2 Cor 4, 7. 16-18) tantas veces escuchada y meditadas:

"Pero nosotros llevamos este tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios." "Por eso, no nos desanimamos...Nuestra angustia que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna que supera toda medida. Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno."

Quizás ese simple texto de la Filocalia, que por ahi para cualquiera puede pasar desapercibido, se convirtió desde el momento que lo leí en un gran anhelo de mi corazón, anhelo que con el transcurrir de los días, se va haciendo cada vez mayor, una necesidad por la que lucho cada día ( la gran mayoría sin grandes resultados..) y que aún no pierdo las esperanzas poder concretarla aquí:

"La gloria que los santos poseen desde hoy en sus almas, cubrirá, revestirá y elevará a los cielos a los cuerpos desnudos, el día de la Resurrección...He aquí por qué, en la Resurrección, su cuerpo mismo recibirá los bienes eternos del Espíritu y se unirá a la gloria de la que sus almas poseen desde ahora la experiencia."

"¿Qué es entonces la oración espiritual?, dice Isaac de Nínive; ella es el símbolo de nuestra condición futura".

Hoy, Domingo de Resurrección, 10º después de Pentecostés, 19 de julio según el calendario juliano (1 de agosto según el calendario gregoriano), se celebra el Hallazgo de las reliquias de San Serafín de Sarov (1903) y Santa Macrina, hermana de San Basilio. 
San Serafín es uno de los santos patronos o protectores del Monasterio Católico Bizantino de la Transfiguración del Señor (junto a San Sergio de Radonezh), y la Providencia ha querido y me ha guiado para comenzar hoy justamente este Blog bajo su protección.
Que éstos grandes santos de la tradición eslava oriental bendigan este Blog, protejan y custodien los frutos que, por medio de sus publicaciones vayan iluminando el alma de todos sus lectores y seguidores.

Los animo de todo corazón, tanto a los hermanos católicos de rito latino como de rito bizantino,  a seguir profundizando cada día más en la oración. "Es por medio de la oración que se va logrando la divinización del hombre mediante la liturgia. Sólo si llevamos esa liturgia al corazón, esa liturgia se hace oración en nosotros y somos así transformados. Es en el corazón donde nos encontramos con esa fuente de vida divina. Es en el corazón donde el hombre se siente como en casa, es el lugar del encuentro auténtico con nosotros mismos, con los demás y con Dios vivo. El corazón reclama su Presencia. El corazón tiende hacia esa Presencia que sacia y sólo en el corazón se da ese encuentro con Dios, si nosotros le abrimos. Y lo abrimos, si oramos"(4).

"La Divina Liturgia (o la Santa Misa) es el centro de la vida que TODO lo ilumina": nuestra oración, nuestro trabajo, nuestros deberes, nuestras relaciones personales, los deseos más profundos de nuestro corazón. Allí busquemos la fuente de la Vida, que iluminará TODO lo que necesitemos para nuestra vida y para "tener Vida" y en abundancia (Jn 10,10), todas las demás preocupaciones, entonces, ya sean materiales o espirituales (hasta la santa inquietud de cómo orar mejor) se irán resolviendo paulatinamente de una manera natural, por añadidura (Mt 6, 33).

Frecuentemente nos perturba la inquietud de vernos tan limitados y que no vemos para nada que estemos creciendo algo espiritualmente, pero recordemos que una planta cuando crece no hace ruido, primero es tan solo un brotecito, pero cuando un buen día nos damos cuenta, llega a transformarse en un gran árbol, con muchas ramas, y grandes frutos, incluso sirve para dar refugio a los pájaros del cielo, y sombra y amparo para quien lo necesite - me dijo un día mi padre espiritual-, y quiero compartirlo con ustedes para animarlos a no bajar los brazos y a seguir confiados los caminos del Señor, más allá de cualquier circunstancia difícil en la que se encuentren y más allá de las limitaciones humanas, faltas o caídas. Que si Dios se ocupa de los pajaritos y las plantas, cuánto más de sus hijos.

Que la Madre de Dios del Portal de Iver nos cubra con su manto, y  con su amor maternal nos ayude a ser verdaderos Teóforos "portadores de Dios".Amin.

Glosario:

*Higúmeno: superior de un monasterio en las iglesias orientales (sería como el Abad en los monasterios latinos)
*Hmje: Hieromonje: monje sacerdote

(1)La Filocalia de la oración de Jesús (Ed. Lumen).
(2)Instrucciones Espirituales. Conversaciones con Motovilov (Ed. Lumen).
(3)Oración de Jesús y Experiencia del Espíritu Santo (Ed.Narcea)
(4)Viviendo el misterio de la Liturgia (de catholic.net)
 
 
http://teoforos-orientecristiano.blogspot.com/search/label/Oraci%C3%B3n%20de%20Jes%C3%BAs